Ekekos políticos

El ekeko es un fetiche de las culturas andinas, conocido por todos; un muñeco recargado de adornos que simbolizan la abundancia.

Hay un tipo de activista que adhiere a las más distintas causas: medio ambientales, de género, la libertad de Lula, Milagro Sala, que sostiene que hay una conspiración judicial contra Cristina Kirchner, que también es posestructuralista, bolivariano y marxista, animalista, vegano, a favor de la educación pública, que festeja el cumpleaños de Charly García, que está a favor del aborto, de la eutanasia, de Siria, de Palestina y del feminismo que patrocina Hillary Clinton, la liberación de la planta, la adecuación de sexo, que exige memoria y que recrea la historia…

Para cada una de estas adhesiones tiene un distintivo, un pañuelo, un
prendedor, un tipo de peinado, un tatuaje, una remera, un avatar en facebook.

La teoría populista refiere a una multitud de demandas, que encuentran un significante vacío en la figura de un líder carismático cuya función no sería otra que la de una estrella de telenovelas, que sea dueño real de todos esos atributos que se le otorgan no es imprescindible porque todo es una construcción discursiva, y ese significante vacío puede ser asumido eventualmente por cualquiera; así Néstor Kirchner al momento de recibir de manos de Duhalde la candidatura a presidente -se daba por hecho que Menem en un ballotage, que no podría evitar, sería derrotado- el único mérito que presentaba era haber quebrado el banco de su propia provincia y haber iniciado la gangrena financiera que finalmente se llamó corralito.

Según la explicación que daba Ernesto Laclau de su propia
teoría, el ekeko estaría fuera del activista que deposita en él su demanda
sectorial como una expectativa, articulándose así con otros sectores demandantes.

Pero en donde Ernesto Laclau veía puntos de unión, los escépticos veíamos motivos de desencuentro; esto se verificó en las marchas de Aysen, un pueblo de Chile con alto valor paisajístico amenazado por la instalación de una carbonera; el pueblo entero se unió en largos días de marchas y finalmente detuvieron la instalación, pero pronto quedó al descubierto que la dueña de algunas hectáreas, de mucho valor en el mercado, poco y nada tenía que ver con el animalista que liberó los visones que llevaron al cisne de cuello negro al borde de la extinción, devorando sus huevos y pichones, los dueños de hosterías que poco y nada tenían que ver con las feministas de clase, y estas a su vez descubrieron que poco y nada tenían que ver con algún otro…

Podemos advertir que así como se habló en algún momento  del superhombre, del nuevo hombre y del homus sovieticus, ahora apareció en Argentina la contribución a la evolución humana por parte del kirchnerismo, un nuevo sujeto político, uno que se ve a sí mismo como el significante vacío y se echa encima todas esas  virtudes que hasta hace poco, aunque más no fuera en formato de esperanza, atribuía al líder; el activista ekeko.

Juan Ponce

La psicosis de las maravillas

QUIEN SABE

Forclusión es un concepto elaborado por Jacques Lacan para designar el mecanismo específico que opera en la psicosis por el cual se produce el rechazo de un significante fundamental, expulsado del universo simbólico del sujeto. Cuando se produce este rechazo, el significante está forcluido. Wikipedia

El kirchnerismo implementó una psicosis masiva con la complicidad de la Educación Pública y cada cátedra se convirtió en un púlpito partidario en donde se reforzaron todos los síntomas.

La estrategia se llevó a cabo ‘forcluyendo’ la dictadura mediante la exhibición de hechos aberrantes.

Precisamente la principal tarea de las organizaciones de derechos humanos en Argentina consistía en la exhibición permanente de esos hechos aberrantes.

El significante vacío del kirchnerismo no fue Nestor Kirchner, como un líder carismático que era engalanado con sinfín de expectativas y que así articulaba una multitud de demandas.

El significante vacío, es en realidad un significante vaciado; y un significante se vacía expulsándolo del sistema de signos que lo contiene y le da su significado.

El significante vacío del kirchnerismo fue la Dictadura.

En la misma teoría populista abundan las referencias a la racional y a lo irracional, la incorporación de psicoanalistas lacanianos a las ciencias políticas también, evidentemente, refiere a esto.

La sensación de locura, de irracionalidad, de incertidumbre, era permanente y se cristalizaba nitidamente en el endiosamiento de la familia Kirchner.

Lamentablemente no tienen conciencia de su condición de psicóticos políticos, no hay posibilidad de dialogo fuera del cerco que levantó el relato y en donde están atrincherados; el recuerdo que tienen del 2005 al 2015 es el de un paraíso en donde todos correteaban descalzos por el césped, en donde los pobres -sin dejar de ser pobres- habían, paradójicamente, salido de la pobreza y vivían de parabienes, en donde todos se iban de vacaciones y el pueblo «adquiría derechos».

Tal como esas alimañas que vacían los intestinos al sentirse acorraladas, no pueden sostener un debate político sin -llegado cierto punto- escapar dejando detrás una maloliente descarga de lugares comunes, de falacias, de mentiras y de esa mediocridad moral tan lamentable, que es aquella mediocridad moral del que se piensa a sí mismo invisible.

Juan Ponce

 

Guerra de trolls

GUERRA DE TROLLS

«Cada uno alcanza la verdad que es capaz de soportar».

Jacques Lacan

En el año 2014, resulté finalista de un concurso de ensayos; con un borrador breve y sin revisar, pues me decidí a participar unos días antes de que cerrase el plazo. Lo publicaron, y así las ideas centrales quedaron registradas. En aquellas páginas eché mano a distintos autores para sostener una teoría alternativa, desde Hanna Arendt a David Lebón, pasando por Carl Schmitt y Ernesto Sabato, como así también Isaac Asimov y Heidegger, Roberto Bolaño y el mismísimo Einstein, tampoco le hice asco a Freud ni a la novela negra, básicamente traté de graficar un equilibrio térmico entre el ámbito público y el ámbito privado, entendiendo ‘privado’ como domicilio privado no en referencia a la actividad empresarial.

Ese equilibrio térmico -entre el calor del hogar y el frío de la calle- se consigue como se consigue en la física al poner en contacto dos cuerpos con distintas temperaturas, el cuerpo caliente se enfriará y el cuerpo frió se calentará hasta que ambos alcancen una temperatura homogénea, es muy fácil de entender.

Observé que -tal como señala Hanna Arendt- mediante distintas leyes, ordenanzas, normativas y hasta dispositivos tecnológicos, el espacio público había ingresado a los domicilios privados produciendo una entropía, es decir: un equilibrio térmico entre ambos espacios y que se traducía, literalmente, en la transformación del animal político en un animal social.

La entropía me resultaba evidente en infinidad de situaciones. En las redes sociales advertí que la profusa exhibición de situaciones de la vida privada despolitizaba, precisamente por eso que señala Hanna Arendt en La Condición Humana, la línea de lo público y lo privado se borra.

Las denuncias por abuso sexual en las redes -desde el juez Brett Kavanaugh a Cristiano Ronaldo- son un despolitizador de máxima potencia, la gente lo comenta coloquialmente, una denuncia de esas te convierte en un «muerto social» y un muerto social es sencillamente un ciudadano despolitizado, ¿por qué despolitizan tanto estas denuncias? la carátula lo dice claramente «…de instancia privada».

El debate sobre el aborto también ingresa al ámbito privado, un ámbito privado muy especial: la matriz.

La educación sexual obligatoria de los niños pequeños también ingresa al ámbito privado y despolitiza.

Todo lo que sea borrar la línea divisoria entre público y privado, despolitiza.

Contrariamente a lo que se interpreta comúnmente, cuando la derecha sostiene que la libertad sexual debe restringirse al ámbito privado no despolitiza sino que politiza con gran intensidad.

La entropía es despolitización y la entropía puede ser graficada también con un líquido derramado, con una camionada de naranjas desparramadas, o como dice Freud en El malestar de la cultura sobre la pulsión de muerte: “Partiendo de especulaciones acerca del comienzo de la vida, y de paralelos biológicos, extraje la conclusión de que además de la pulsión a conservar la sustancia viva y reunirla en unidades cada vez mayores, debía haber otra pulsión, opuesta a ella, que pugnara por disolver esas unidades y reconducirlas al estado inorgánico inicial”.

Una palabra muy usada últimamente es «empatía». Empatía es entropía; identificarnos con quienes nos rodean -al punto de sentir el mismo dolor- es ósmosis y produce el fatal equilibrio térmico.

La política, según la definió Carl Schmitt, es la distinción de amigos y enemigos. Esta distinción también marca una línea separatoria, que si se borra -tal como la que separa lo público de lo privado- despolitiza; para Carl Schmitt el afán de la política es imponer y preservar un orden; por esto en la década del sesenta y del setenta había tanta politización; no por la imagen mediática del Che Guevara, neto producto de la televisión norteamericana, ni por Fidel Castro cuya única función consistía en exportar al resto de Hispanoamérica su modelo de Revolución fracasada, sino que se producía por la imposición de un orden por parte de los militares, mientras más profundo y firme era el orden impuesto, más alta la ebullición política. Al punto tal que escribir, a escondidas, un «viva Perón» cobraba dimensiones épicas.

Perón exiliado por disposición del orden.

Laclau citando a Hegel dice que «para que haya un final, un límite, debe haber algo del otro lado», Perón era eso que se había puesto del otro lado y que permitía que hubiera un límite, el contorno de un conjunto, un conjunto de signos. Ahora pasa más o menos lo mismo, pero con menor intensidad, pareciera que Cristina Kirchner fue ubicada del otro lado y entonces ipso facto se levantó un límite, el límite da significación a los significantes de un sistema de signos, porque si esos significantes fueran infinitos y desperdigados por el infinito no tendrían ningún significado, Perón mismo ayudó a ponerse del otro lado exhibiéndose con una niña de catorce años en el Festival de Cine de Mar del Plata, algo que inmediatamente remite a lo más penumbroso del ámbito privado.

Cuando allanan una y otra vez el domicilio de Cristina Kirchner la van despolitizando poco a poco.

Cuando ese orden (recordemos que entropía también se define como «máximo desorden») se desarma tal como una carga de naranjas que ruedan al volcar el camión que las transporta, se produce la despolitización; ya no es posible definir amigos de enemigos porque son todos contra todos.

Ha pasado el momento del protagonista, el momento del antagonista y ha llegado el momento del agonista, que es cuando los extras se apoderan de la pantalla en el final de una película de cine catástrofe.

Esa carga de naranjas que se desparrama no es otra cosa que el poder fáctico y el orden del poder fáctico no es otra cosa que el monopolio de las armas; ahora Bolsonaro en Brasil va a producir una entropía desmesurada propiciando que millones y millones de brasileños se armen hasta los dientes; lo mismo le sucedió a Chavez con los colectivos armados; lo mismo pasa en los Estados Unidos, la gran cantidad de armas en poder de la población civil ha llevado al Estado Federal a la extenuación.

Si la línea divisoria entre el espacio público y el domicilio privado es imprescindible para que se produzca la política, que a su vez es la distinción de amigos y enemigos, ¿quién es el enemigo? el enemigo es aquel que invade nuestro espacio privado, ¿quién invade nuestro espacio privado? el soberano cuando declara estado de sitio, ¿quién es actualmente el soberano? el soberano es un Golem multimedia despótico y cruel que baja o sube el pulgar como un emperador romano.

En este auge tremendo de las redes sociales en donde se mezclan las fotos familiares con las consignas setentistas, con los videos de mascotas y las selfies de espaldas al inodoro, en el que mayormente todos se exhiben felices y dichosos, ciertos personajes conservan la dignidad de las novelas de aventuras, preservan la potencia política ocultando su identidad, y lanzan su contraofensiva rebelde llegando a torcer el rumbo de una elección presidencial; ya el sistema se dispone a capturarlos -penando su artillería de memes y su posverdad- para hacerles pagar cara la osadía, son los héroes que encarnan al sujeto histórico de esta ciberépoca… los trolls.

Juan Ponce

 

GUERRA DE TROLLS

 

 

Empatía es entropía

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«Un revolear de hojas me despertó momentos antes del amanecer. Un viento ardiente penetraba por la ventana del dormitorio. Me levanté, la cerré, me tendí en la cama y escuché el murmullo del viento. Al cabo de un instante amainó. Otra vez me levanté y volví a abrir la ventana. el aire frío, con olor a océano fresco se volcó en el departamento. Volví a la cama y dormí hasta que, por la mañana, me despertaron mis cuervos. Los sentía míos. Entre ellos había cinco o seis que se turnaban bombardeando el alféizar de la ventana con revoloteos para luego batirse en retirada hasta la magnolia de la casa vecina».

Ross Macdonald, El hombre enterrado

Cristina Kirchner parece una variante del Rey Midas, observando con más atención probablemente se encuentre su equivalencia a cada detalle: así como el rey Midas convertía en oro todo lo que tocaba -que es una metáfora del liberalismo que convierte en mercancía todo lo que toca- Cristina Kirchner convierte todo lo que toca en una grieta.

El tema de la semana fue el acto de Juan Grabois, no el acto en sí; sino la propuesta de una Cristina sin kirchnerismo -el asombroso reverso del peronismo sin Perón, en este caso un Perón sin peronismo- ya antes se había propuesto un kirchnerismo sin Cristina; Grabois parece haber dicho: trato hecho, ustedes se quedan con el kirchnerismo y nosotros nos quedamos con Cristina.

Pero antes, mucho antes, que ambos; la extrema derecha había enviado su señal de radio marciana: proponiendo lo mismo que Grabois -en su versión más despiadada- alentando a que Cristina encarnase a Isabel; será que Isabel aún está viva que la transmigración de las almas no se pudo dar y la posibilidad se alejó, como se alejan por el agua esas cosas sin valor suficiente para mojarse los zapatos, y Cristina Kirchner votó a favor del aborto sellando definitivamente su suerte.

En el último extremo, tal como el rey Midas que muere al convertirse a sí mismo en oro, Cristina misma acabó siendo alcanzada por esa grieta que con tanta perseverancia en hacerse odiar -y fondos estatales- implementó con un enjambre de tecnólogos políticos.

No es casual que las construcciones discursivas, aquí, allá, y acullá, hayan volado en mil pedazos a fuerza de palabrotas, exabruptos y gestos de incorrección política mayúscula.

En este momento en que ese ente discursivo llamado «kirchnerismo» se resquebraja y se separa la cabeza del cuerpo -que es la suerte que se reserva a los endriagos, las medusas, los vampiros… la separación de la cabeza del cuerpo- el lodazal de ignorancia que proviene de la izquierda continúa como un alud interminable, digno de un final de cine catástrofe, quizás debajo de ese alud, ya endurecido, perduren intactas las costumbres argentinas, tal como se conservaron las de Pompeya debajo de la lava del Vesubio.

Hoy por hoy, la izquierda sigue rompiendo sus juguetes.

Mañana quizás sea otro día, quizás no; quizás mañana acabe el tiempo.

Empatía es entropía.

Juan Ponce